Durante más de quince años formé parte de una banda de música rock, Ancla-2, que se inició con la firme convicción de que la Palabra de Dios debía ser predicada en todo lugar. El más mayor de la banda tenía 16 años y el bajista, mi hermano Rubén, tan solo 10. A los pocos años de comenzar ya estábamos tocando en salas de conciertos, pubs y discotecas de varias provincias de España.
En verano del año 2006, como parte del programa de una campaña evangelística de Decisión en la población de Manlleu (Barcelona), mi grupo Ancla-2 actuaba en un parque público. El Ayuntamiento había proporcionado el escenario y habíamos estado toda la tarde montando el equipo de luces y sonido. Al llegar la noche comenzó el concierto. Decenas de personas se acercaron con curiosidad, y desde el escenario podíamos contemplar de manera privilegiada la curiosa escena: círculos de jóvenes haciendo botellón se entremezclaban con otros jóvenes con la camiseta de voluntarios de Decisión. El ambiente era festivo y no dudamos en cantar a pleno pulmón letras que hablaban de todo un poco pero del amor de Dios sobre todo.
Solo chapurreaba algo de español
En medio del frenesí del concierto Giles, un misionero americano recién llegado a España que solo chapurreaba algunas frases en español, se atrevió a acercarse a hablar con un grupo de jóvenes que estaban escuchando el concierto mientras bebían. Al día siguiente Giles, aún temblando de la emoción, nos compartía que durante casi una hora había podido mantener una conversación sobre Dios con aquellos chavales españoles. Al terminar aquella conversación Giles no podía explicarse de dónde había salido todo ese vocabulario y esa forma exquisita de construir frases gramaticalmente correctas. ¿Cómo un hombre de Chicago que llevaba tan solo unos meses en España había sido capaz de hablar del Evangelio con un grupo de jóvenes españoles durante casi una hora en medio de un concierto de rock?
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. (Éxodo 4:10-12)
Nosotros teníamos todas las excusas del mundo: somos jóvenes, no somos un grupo de música conocido…
Giles también las tenía: no sé el idioma, no conozco la cultura, soy demasiado mayor…
Sin embargo, Dios usó a cuatro adolescentes con guitarras y a un misionero americano recién llegado para sembrar la semilla del Evangelio en Manlleu, una población sin iglesia evangélica hasta aquel momento.
¿Y tú, qué excusas tienes?
Hola, soy de Manlleu… me he emocionado al leer este testimonio…en Manlleu pasaron muchas cosas aquel verano.
Solo hay algo que queria aclarar… sí que habia iglesia en Manlleu…pequeña pero habia y hay iglesia.
Bendiciones
Gracias a Dios por la vida de Daniel, Giles y todas las personas involucradas en este proyecto. Como está escrito: “Vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58), las buenas semillas del Evangelio sembradas en esta tierra han prosperado, y a pesar de un período de “sequías” y “tormentas”, la Iglesia Bautista de Manlleu permanece viva y activa. Y el Señor va añadiendo cada día al número de la Iglesia a los que se salvan (Hebreos 2:47), como quien inaugura un nuevo tiempo para su pueblo, un faro en Manlleu y para Manlleu.
Que Dios nos inspire y nos fortalezca. Que el Señor recompense a estos valientes misioneros que se propusieron ser LUZ y SAL, eficazmente.
Saludos Cordiales
Antonio Barbosa
Pr. Local
Gloria a Dios por cómo se vale instrumentos aparentemente no útiles.