Recuerdo que en la primavera pasada estuve con mi esposa visitando el cementerio, para ver cómo había quedado la lápida en el nicho de mi suegra fallecida unos meses atrás. Estábamos solos en este lugar hasta que llegó allí un joven procedente de Cataluña, quien había venido unos días al pueblo para ver a su familia. Había llegado al cementerio tratando de encontrar el nicho de un tío suyo. Coincidentemente el nicho estaba muy cerca del de mi suegra; en el mármol de la lápida estaba grabada la estrella de David lo que nos dio ocasión para hacer puentes en la comunicación, le compartimos que nosotros leemos la biblia, y le hablamos del mensaje del Evangelio y la esperanza en Jesucristo. Resulta que este joven vive en Castelldefels, Barcelona, junto al Seminario IBSTE, lo que fue una ocasión providencial para que pudiera contactar con los creyentes allí.

Jesús dijo: “Id y hacer discípulos a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19-20) Complementado con Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. ¡Un mandamiento que no ha perdido su vigencia hoy!  Empezando por “Jerusalén” el entorno donde vivimos, nuestro barrio, pueblo o ciudad; “Judea” los pueblos y ciudades de nuestra geografía; “Samaria” lugares donde no queremos ir por diversas circunstancias y “hasta lo último de la tierra” fuera de nuestras fronteras hasta donde tengamos oportunidad orando, yendo, apoyando a los que van u  ofrendando a su favor. Jesús nos dejó el ejemplo:” Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino” (Mateo 9:35).

Como ministerio de Decisión, por la misericordia del Señor llevamos extendiendo el Evangelio ya por 47 años en España con campañas evangelísticas en  pueblos y ciudades, y en otros países a través de Operación Niño de la Navidad, En Busca de Jesús (por internet), etc. cumpliendo el mandamiento de nuestro Señor. Ya son muchos años evangelizando, llevando el amor y perdón de Jesucristo a miles de personas y viendo muchas vidas alcanzadas para el reino de Dios.

Somos deudores

Nunca deberíamos plantearnos si tenemos que seguir compartiendo la fe hoy, ni tampoco si estamos obligados a continuar hasta el final. Tenemos la respuesta clarísima: Jesús  encomienda a su Iglesia la tarea de extender el Evangelio, la buena noticia de salvación hasta lo último de la Tierra, lo que nos impulsa a seguir con la tarea nosotros y todos los creyentes. Además, somos deudores. Alguien nos habló a nosotros de Jesucristo y creímos aceptando el perdón de nuestros pecados y la salvación,  consecuentemente somos deudores hoy para compartir el único mensaje que puede transformar las vidas ahora y para la eternidad, y debemos hacerlo intencionadamente y con propósito; esta es la única razón de la venida de Jesucristo y de su sacrificio en la cruz a favor de toda la humanidad y este es el llamado que tenemos todo el pueblo de Dios, su iglesia.

Dios me ha permitido realizar esta labor en el Ministerio de Evangelización de la familia bautista de Madrid, donde  he llevado la dirección por 14 años, ha sido un desafío y una bendición trabajar para extender el Evangelio en toda la Comunidad de Madrid, incluyendo Castilla la Mancha y Castilla León con un total de 25 iglesia,  proveyendo herramientas y todo lo necesario para dar un testimonio efectivo del mensaje de salvación en Jesucristo. Hemos visto el crecimiento con nuevos lugares de testimonio abiertos y nuevos hermanos y hermanas que han aceptado a Jesús y están involucrados en la gran comisión.

También en el Centro de Estudios Teológicos de Madrid (CET), el plan y objetivo ha sido concienciar a los estudiantes en que la evangelización forme parte en sus vidas, para que ellos a su vez transmitan esta visión a sus iglesias locales, poniéndolo en práctica como algo no esporádico sino permanente, como profesor esa ha sido mi meta.  Cuesta trabajo concienciar de este llamado aunque me ha sorprendido con gozo escuchar a algunos estudiantes como a nivel personal y de iglesia estaban involucrados en la evangelización, compartiendo experiencias de vidas salvadas por su testimonio con familias, vecinos, compañeros de trabajo y de estudios, la verdad es que había alegría en ellos por cumplir el mandamiento del Señor.  Pero a la vez entiendo que con el tiempo las iglesias y los creyentes aflojamos en nuestro compromiso de ser “testigos” centrándonos en nosotros mismos y en nuestra labor local (esto nos puede suceder a todos) y dejamos a un lado ésta responsabilidad, por lo que debemos evaluar de nuevo donde estamos, como diría el profeta Jeremía 6:16:  “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntar por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallareis descanso para vuestra alma,” pedir ayuda al Señor y renovar la visión para seguir cumpliendo la gran comisión.

Una tarea gloriosa

Todo lo que hacemos sea a nivel personal o como ministerio para compartir las nuevas de salvación lleva su fruto, Dios lo usa por su Espíritu Santo quien es el verdadero evangelista. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8) y los creyentes debemos ser sus colaboradores: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios” (1ª Corintios 3:9) en esta gloriosa tarea.

No nos conformamos con lo hecho hasta aquí, queremos vivir y compartir nuestra razón de ser. Sabemos que cuando compartimos el Evangelio está en juego la vida y la eternidad de las personas: salvación eterna si se arrepienten de sus pecados y aceptan a Jesucristo como Salvador y Señor, pero condenación eterna si rechazan a Jesucristo. Es nuestro gran desafío.

¿Qué responderemos al Señor en la práctica? ¡Dios nos ayude a vivir cómo Él quiere que vivamos!

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