Durante el Siglo XX se puso en auge el tema de la Inteligencia Emocional. A Daniel Goleman se lo considera el “gurú” sobre este tema. El planteamiento de esta teoría confrontó y dio un giro a muchas formas de pensar sobre el tema de la inteligencia del ser humano. Esta teoría permitió a profesionales, padres y educadores ver más allá de un simple número asociado al coeficiente intelectual, altamente promovido durante varios años atrás en el ámbito de la psicología y la educación.
La Inteligencia Emocional es imprescindible y muy necesaria para el día a día, ya que estamos hablando de la forma de ser y de reaccionar de la persona como ser humano, es decir, su calidad humana, independientemente de sus calificaciones, “logros” académicos y educativos. De hecho, la inteligencia emocional permite a la persona mantener un sano equilibrio entre sus aptitudes, actitudes y destrezas, tanto las naturales como las desarrolladas, con su interior y manera de ver la vida y su forma de relacionarse con sus semejantes.
Aunque la teoría de la Inteligencia Emocional no se enfoca en lo espiritual, si que tiene mucho que ver con el corazón y el alma del ser humano. Hay 11 puntos o características que esta teoría resalta en la persona con una correcta y productiva inteligencia emocional:
- Interés sincero por conocer a gente nueva (empatía).
- Conocimiento de las fortalezas y debilidades propias. (saber en qué debo mejorar)
- Prestar atención en lo que te dice la otra persona. (atención sincera para relaciones sólidas)
- Conocer y saber por qué te enfadas. ( reacciones acorde a la situación)
- Buena relación con la mayoría de las personas de tu entorno. (relaciones efectivas y afectivas)
- Te preocupas por ser mejor persona (identidad moral definida)
- Ayudas a las demás personas con alegría y amor. (amor sincero por el prójimo)
- Conoces las expresiones faciales de las otras personas. (saber estar, callar y apoyar al otro)
- Cuando tropiezas, te levantas rápido. (vivir con esperanza en el futuro aún y a pesar de las circunstancias)
- Confías en tu instinto. (la experiencia y tu corazón satisfecho son la base)
- Sabes decir “no” sin herir. (sinceridad marcada por el amor hacia el otro).
Jesucristo es un experto en apuntar y trabajar en el corazón de la persona y llevar a la práctica al inteligencia emocional. Así nos lo demuestra el Evangelio y las historias reales que ahí se relatan. Siempre estuvo dispuesto a ponerse en la situación del otro sin actitud de juicio y condena, sino todo lo contrario. Jesucristo hizo uso de su inteligencia emocional para llegar al corazón de las personas, mostrándoles la verdad que Dios da para bien de cada uno y su entorno. Así lo hizo con la mujer adúltera y su conocida respuesta “Ni yo te condeno. Vete y no peques más” (Juan 8:11). También con Zaqueo, el jefe de los cobradores de impuestos, a quien todos odiaban por su trabajo pero a quien el mismo Jesús le dijo: “Yo, el Hijo del hombre, he venido para buscar y salvar a los que viven alejados de Dios” (Lucas 19:10). No podemos olvidarnos del leproso, quien con un corazón humilde se dirigió a Jesús pidiéndole ser limpio y con sólo extender su mano, Jesucristo lo tocó y habló diciendo “Queda limpio” y al instante quedó sano. (Mateo 8:2,3). Enfrentó a la misma muerte y así se lo hizo saber al dirigente judío quien llegó, se arrodilló y le pidió a Jesús por su hija muerta. Jesús le dijo que la Vida está en Él. A pesar de las burlas de los incrédulos, Jesús tomó de la mano a la niña, y esta se levantó. (Mateo 9:25). Un milagro que sólo Cristo puede hacer.
El Evangelio nos cuenta muchas historias más en las que Jesucristo da valor a cada persona que pasó por su camino. Él trabajó con amor y de manera directa en sus corazones y su mente, siempre con la intención de que la persona encuentre su salvación y vida eterna. Fue sensible a la necesidad y asertivo en sus palabras, gestos y acciones. Como creyentes tenemos el privilegio de mostrarnos y obrar como Jesús lo hizo. Todos somos llamados a ser como Él y tú también puedes. Anímate y pon en práctica en tu vida los siguientes pasos: *
- Estudia la Biblia de manera intencional y consciente. Alimenta de ahí tu espíritu.
- Ora y habla con Dios cada día. Cuéntale tus temores y agradece por lo que tienes.
- Confía en el Espíritu Santo como la mejor guía para tu vida y la de tu prójimo.
- Adora a Dios regularmente con tus talentos, tus posesiones y tu vida.
- Sirve a otros y se parte de la solución, no del problema.
- Conquista tus dudas y tus temores recordando el sacrificio de Cristo en la Cruz.
La inteligencia emocional es necesaria en este mundo y la mejor forma de desarrollarla es cuando dejas que el Espíritu de Dios sea el que transforme, modele y guíe tu vida. Te recomendamos la *Guía de Discipulado: Cómo seguir a Cristo” para que sepas cuáles son los primeros pasos para crecer y ser como Jesús conforme a lo que la Biblia nos instruye. (https://decision.plus/folletos/)