¿Y tú, qué excusas tienes?

¿Y tú, qué excusas tienes?

Durante más de quince años formé parte de una banda de música rock, Ancla-2, que se inició con la firme convicción de que la Palabra de Dios debía ser predicada en todo lugar. El más mayor de la banda tenía 16 años y el bajista, mi hermano Rubén, tan solo 10. A los pocos años de comenzar ya estábamos tocando en salas de conciertos, pubs y discotecas de varias provincias de España.

En verano del año 2006, como parte del programa de una campaña evangelística de Decisión en la población de Manlleu (Barcelona), mi grupo Ancla-2 actuaba en un parque público. El Ayuntamiento había proporcionado el escenario y habíamos estado toda la tarde montando el equipo de luces y sonido. Al llegar la noche comenzó el concierto. Decenas de personas se acercaron con curiosidad, y desde el escenario podíamos contemplar de manera privilegiada la curiosa escena: círculos de jóvenes haciendo botellón se entremezclaban con otros jóvenes con la camiseta de voluntarios de Decisión. El ambiente era festivo y no dudamos en cantar a pleno pulmón letras que hablaban de todo un poco pero del amor de Dios sobre todo.

Solo chapurreaba algo de español

En medio del frenesí del concierto Giles, un misionero americano recién llegado a España que solo chapurreaba algunas frases en español, se atrevió a acercarse a hablar con un grupo de jóvenes que estaban escuchando el concierto mientras bebían. Al día siguiente Giles, aún temblando de la emoción, nos compartía que durante casi una hora había podido mantener una conversación sobre Dios con aquellos chavales españoles. Al terminar aquella conversación Giles no podía explicarse de dónde había salido todo ese vocabulario y esa forma exquisita de construir frases gramaticalmente correctas. ¿Cómo un hombre de Chicago que llevaba tan solo unos meses en España había sido capaz de hablar del Evangelio con un grupo de jóvenes españoles durante casi una hora en medio de un concierto de rock?

Grupo Anclados en la campaña de Decisión en Manlleu

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.  Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?  Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. (Éxodo 4:10-12)

Nosotros teníamos todas las excusas del mundo: somos jóvenes, no somos un grupo de música conocido…

Giles también las tenía: no sé el idioma, no conozco la cultura, soy demasiado mayor…

Sin embargo, Dios usó a cuatro adolescentes con guitarras y a un misionero americano recién llegado para sembrar la semilla del Evangelio en Manlleu, una población sin iglesia evangélica hasta aquel momento.

¿Y tú, qué excusas tienes?

Ven y ve

Ven y ve

Nací en una familia cristiana que conoció el evangelio en la época de la dictadura en España. Muchas personas lo escucharon en reuniones clandestinas, pero el interés se fue perdiendo. Algunos se apartaron por miedo, otros huyeron a Francia y otros simplemente no encontraron lo que buscaban.

Así que, años después, yo crecí en una iglesia compuesta únicamente por la familia de mis padres y la de mis tíos, en la pequeña ciudad de Béjar, al sur de Castilla y León. De tarde en tarde íbamos a la iglesia de Salamanca, que está a una hora de coche, a algún acontecimiento especial. Era como ir de viaje al otro lado del mundo; solo ocurría una vez cada ciertos años (hoy voy todos los días a trabajar allí). Esa iglesia era el único contacto que teníamos con otros cristianos evangélicos, y una vez al mes venía alguno de sus responsables a visitarnos.

Cuando la adolescencia llamó a mi puerta, empezaron a surgir en mi mente pensamientos acerca de cómo podría encontrar algún día una pareja con la que compartir una familia. Me topé de frente con la gran dificultad de conocer alguna chica dentro de la fe que mis padres me habían inculcado, pues aunque yo no había hecho de esa fe algo personal, sí que entendía la importancia trascendental de esas creencias y el gran error que supondría dejarlas de lado a la hora de tomar una decisión tan importante como con quién pasar el resto de mi vida.

Y así llegué a mi juventud. La iglesia para mí era una obligación de los domingos y no dudaba en evitar la reunión rutinaria de los jueves con cualquier excusa. Yo cumplía unos ritos religiosos aprendidos sin implicar demasiado mi corazón en ellos.

La campaña de Decisión en Béjar

En esa época, por una serie de circunstancias, los responsables de Decisión eligieron nuestra ciudad para venir a hacer la campaña de verano de 1987. El eslogan de la campaña era: “Ven y ve”.

Muchos bejaranos vinieron a los actos de la campaña y por la misericordia de Dios vieron algo que les atrajo poderosamente. Fue toda una revolución. Decenas de personas empezaron a venir a un nuevo local que se tuvo que alquilar poco tiempo antes. Entre ellas, muchos jóvenes llenos de alegría e interés. Las reuniones se multiplicaron; todos los días había alguna a la que los asistentes estaban deseando ir y que no querían que acabara.

Yo me encontraba fuera de lugar, era un extraño en mi propia casa. Podía ver cómo mi familia se contagiaba de ese ambiente y yo me daba cada vez más cuenta de que me estaba quedando fuera. No entendía que el mensaje que llevaba toda la vida en mi cabeza pudiera producir ese interés, esa alegría, esa vida. Pero con el tiempo Dios utilizó todos aquellos cambios para llevarme a aceptar a Cristo como mi salvador personal, y no solo como un conocimiento aprendido.

Además, entre todas las personas que comenzaron a estudiar la Biblia y a reunirse en torno al evangelio, Dios llevó a la iglesia a una muy especial para mí: Montse, la que hoy es mi mujer, con la que comparto mi vida y dos hijas.

Desde entonces procuramos ir a colaborar a las campañas de Decisión como agradecimiento a lo que hicieron el verano de 1987, pero también convencidos de que el trabajo de llevar el evangelio a otras personas, cambia vidas de forma real y palpable.

Un milagro imposible de imaginar

Para mí, fue un milagro imposible de imaginar a nivel humano y el caldo de cultivo adecuado para ver mi auténtica necesidad y poco a poco acabar entregando mi vida a Cristo.

Para mi mujer, fue un descubrimiento eterno que cambió su vida radicalmente, que la llevó de la muerte a la vida. Una vida con propósito, aceptación y esperanza.

Para mi iglesia, fue un antes y un después.

Hoy en día tenemos en la iglesia fotografías de nuestra historia. En esas imágenes hay personas que Dios nos envió para traernos vida, enseñarnos, animarnos y cuidarnos (desde los años de la dictadura, hasta hoy), a las que estamos muy agradecidos. Y en algunas, ocasiones cuando compartimos tiempo juntos, alguien recuerda con un brillo especial en los ojos cómo fue aquel encuentro con el evangelio en un momento tan crucial para su vida en el que una persona con una sonrisa les dijo “Ven y ve” (Juan 1:46).

En la cárcel, de rodillas, todo cambió

En la cárcel, de rodillas, todo cambió

José Peláez se enteró de mi deseo de entrar en la cárcel para ayudar a los presos. Para entrar como capellán necesitaba una invitación desde dentro de la cárcel, y realmente no sé cómo José Peláez se enteró de que yo existía, pero me invitó. Al final, conseguí mi permiso. La cárcel tenía ocho módulos y yo tenía que visitar módulo tras módulo. Gracias a Dios, pronto se añadieron algunas mujeres conmigo para visitar también el módulo de mujeres.

Al entrar en el módulo de José Peláez con mi traje y corbata en aquel entonces, le vi en la “biblioteca” de la cárcel, donde curiosamente no había ningún libro ni periódico. Esto pasó en el mes de febrero, y hacía mucho frío. No obstante, se reunió un buen grupo de personas conmigo y José Peláez, quizás unos 40 a 50 reclusos. Yo les prediqué y al final hice una preguntaba a José: ¿Crees en Jesucristo? ¿Quieres entregarte a Jesucristo? El respondió que “sí”.

En aquel tiempo yo no conocía la vida en la cárcel, pero le dije a José; “De acuerdo vamos a arrodillarnos tu y yo aquí y orar a Jesucristo”. Nos arrodillamos y oramos y José entró en la vida con Jesucristo. Después José me contó como él “sudaba” en el frío, porque se arrodillaba delante de muchos reclusos en la cárcel. Lo peor en la cárcel es ser llamado “gallina” o mostrarse débil. Esto le afectó profundamente, pero se entregó de corazón. Jesucristo le transformó y José le siguió hasta el día de su muerte, unos 20 años después. 

Cómo José entendió el evangelio de Jesucristo

José entendió el evangelio a través de la Biblia y la literatura que le llevé. Me dijo que entendió lo que Jesucristo había hecho por medio de una historia del Oeste Salvaje de Estados Unidos. La historia trata sobre dos hermanos gemelos que eran idénticos por fuera, pero muy diferentes por dentro, vivían en un pueblo del Oeste de Estados Unidos. Un gemelo era cristiano e iba a la iglesia y vivía una vida piadosa. El otro era un bebedor, jugador e inmoral. El segundo, estaba un día en el bar, se enfadó con un hombre en la barra, y le apuñaló con un cuchillo, y el hombre murió. Había muchos testigos en el bar, y el hombre salió corriendo, y se fue a las afueras del pueblo, donde vivía su hermano gemelo. Su hermano estaba vistiéndose para ir al culto, cuando entró con fuerza su hermano y en pocas palabras  le contó lo que le pasó. Su hermano le dijo, toma mi camisa y dame la tuya ensangrentada. Justo tuvieron tiempo de cambiarse, cuando alguien entró detrás para agarrarle. Dijeron, es el que lleva la camisa ensangrentada, ¡apresadle! Le llevaron a la cárcel y el hermano culpable se fue a la montaña.

En el Oeste Salvaje normalmente, en los pueblos pequeños, tenían un alcalde que hacía el papel de juez. Al otro día se hizo un juicio rápido. Hubo muchos testigos que reconocieron al culpable, de modo que rápidamente le juzgaron, le ahorcaron y   enterraron. Al final, el hermano se enteró del asunto, y al entrar en el pueblo, dijo al “juez” que se habían equivocado. Pero el juez le dijo que este asunto ya estaba arreglado y pagado. Entonces, el hermano dijo: “Hermano, al igual que tu cogiste mi camisa, yo llevaré tu camisa”. En este momento tuvo una conversión verdadera, y comenzó a vivir la vida de su hermano en la iglesia hasta su muerte.

José Peláez me dijo, que con esta historia entendió que Jesucristo tomó su camisa, y le dio a él su vestido de justicia. José Peláez estaba declarado justo y limpio, por el poder de Jesucristo; porque Jesucristo se llevó todos sus pecados. Esto fue la base de su salvación y conversión.  

Cuando José salió de la cárcel se fue a un centro de rehabilitación. Después, vino a nuestra iglesia y se casó con una mujer de la congregación. Tanto él, como yo tuvimos hijas al mismo tiempo. Después se trasladó con su esposa a Córdoba, donde unos 15 años después de ir allí murió en el hospital. 

Debemos evangelizar porque da fruto

Tanto José como yo evangelizamos y predicamos el evangelio de Jesucristo. José compartió el Evangelio con su hermano Luis, que también se acercó a la iglesia. Tú y yo debemos sembrar estas “buenas noticias” en los corazones de nuestros familiares y amigos. Lo hacemos con fe en Jesucristo, porque es una buena semilla que da vida eterna.

Jesucristo nos mandó: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. (Marcos 16:15). Esta historia es un ejemplo de lo que Dios hace. Yo obedecí y él lo respaldó y salvó a José de una forma milagrosa. Yo no tenía poder para cambiar a José, pero sí podía obedecer a Dios, salir y predicar. El resto lo hizo Jesucristo. ¡Bendito sea su Nombre! No hay otro nombre en la tierra que puede salvar al hombre de sus pecados (Hch.4:12).

Por Johan Carlsén, actualmente trabajando en Bigastro (Alicante)
Cuando Johan estudiaba en un seminario evangélico en Suecia, Dios le dijo audiblemente “Vete a España”; un país que no conocía. Fue con su esposa a España en 1976 para aprender el idioma en Costa del Sol. Eran muy jóvenes. El 1 de enero 1979 llegaron a Castellón de la Plana. Junto con cinco hermanos en el lugar comenzamos a levantar una iglesia. Evangelizó utilizando muchos métodos: radio, folletos, muchos folletos, teniendo un puesto en el mercadillo, haciendo campañas de evangelización, y también comenzando a ir a la cárcel. Hoy, después de más de 40 años de ministerio, Johan ha fundado varias iglesias y sigue trabajando en la plantación de nuevas. 

Te bendecimos España

Te bendecimos España

No todos los países tienen el privilegio de tener su nombre escrito en la Biblia. La palabra España como tal, aparece dos veces en el Nuevo Testamento. Pero si nos ponemos un poco tiquismiquis la palabra Tharsis empieza a sonar desde el primer libro de la Biblia en los descendientes de los hijos de Noé (Génesis 10:2-4). El rey Salomón tenía una flota de barcos en Tharsis (1 Reyes 10: 21-22). Josafat también mandó hacer barcos de Tharsis (1 Reyes 22:48, 2 Crónicas 20: 35-36). El profeta Jeremías hace también referencia al poderío de España (Tharsis) (Jeremías 10: 7-9). Ezequiel también habla del comercio con Tharsis (Ezequiel  27:12).Isaías menciona España(Tharsis) como un lugar de poder que será rebajado por Dios (Isaías 2:12-16) Barcos de España(Tharsis)llevarán a su pueblo de vuelta (Isaías 60:9). El libro de los salmos hace referencia también en el Salmo 48:72. El libro Cantar de los Cantares 5:10-14 y el conocido momento donde Jonás decide irse a Tharsis en vez de ir a Nínive.[1]
Así que no son solo dos menciones. El mundo desde sus inicios ha tenido a España en la mente como una nación poderosa en lo material, un lugar donde millones de personas eligen está nación por su belleza y venir de vacaciones. Pero también es conocido como uno de los países con muchos problemas. Y uno de los mayores problemas es su falta de fe en Jesucristo. La tradición católica, la política, el bienestar económico, el fútbol, el amor al dinero y las apuestas, la libertad sexual, el mundo de la droga, la trata de personas, la infidelidad…  han tapado la fe y la esperanza del evangelio. Pero su iglesia ora, se mueve, se da por el necesitado, se da por el enfermo, se da por todo el mundo. La iglesia ora por España clamando por un cambio, clamando por salvación para esta nación.
Te pido que dediques unos minutos a bendecir España y aunque sea en la distancia, oremos juntos:

Señor Jesús, te reconocemos como Rey y Salvador de nuestras vidas.
Bendice España y trae salud. Da sabiduría y dirección a nuestro gobierno.
Cuida a los enfermos en los hospitales y protege a los niños en las escuelas.
Guarda a nuestros mayores. Bendice las familias y los jóvenes trabajadores.
Te pedimos por tantos que no te conocen en esta nación, que puedan conocerte de verdad.
Rompe con su orgullo, sus miedos y sus clichés falsos sobre ti. Te suplicamos que salves España.
Te pedimos que muevas a tu iglesia a la calle a anunciar que estás vivo y que tú, solamente tú, eres el camino al Padre.
Espíritu Santo te pedimos que te muevas en tu iglesia con poder, levantando jóvenes apasionados de alcanzar pueblos y ciudades que todavía no tienen una iglesia.
Dios cambia nuestra nación, mueve a tu iglesia.
Te amamos, en el nombre de Jesús te lo pedimos, amén.

[1]https://www.religionenlibertad.com/blog/31822/de-las-referencias-a-espana-muchas-mas-de-las-que-nadie.html

5 Lecciones que aprendí en el hospital mientras luchaba con el Covid-19

5 Lecciones que aprendí en el hospital mientras luchaba con el Covid-19

El 19 de marzo de 2020 ingresé en el hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes en Madrid con una neumonía provocada por el virus Covid-19. Es probable que nos contagiásemos en el viaje que realizamos la semana anterior al desierto del Sahara para repartir las cajitas con regalos, material higiénico y escolar de Operación Niño de la Navidad entre los niños refugiados.  Estuve ingresado siete días, un tiempo relativamente corto comparado con muchos otros pacientes con el mismo cuadro. No obstante, tuve tiempo para reflexionar, orar y aprender varias lecciones.

1. Aceptar que Dios es bueno aunque permita que sus hijos sufran calamidades

En la teoría esta enseñanza no es nueva. La vemos en la Biblia y aquellos que ya llevamos años en el camino del Señor. Hemos conocido a creyentes santos, gente maravillosa, que ha sufrido enfermedades horribles y agonías interminables.  Pero es diferente cuando te toca a ti estar en la cama del hospital, aislado, con la mascarilla de oxigeno, débil, con fiebre y un agotamiento extraño que apenas te permite moverte. Inevitablemente se te pasan por la cabeza mil dudas y preguntas que debes responder. Como decía Lutero “no podemos evitar que las aves vueles sobre nuestras cabezas, pero sí que hagan nido”. En esa batalla la lectura de varios Salmos fue sanadora, pues me afirmaron en la verdad de un Dios todopoderoso que es nuestro refugio y fortaleza, nuestro auxilio en las tribulaciones (Salmo 46).   Un Dios bueno que gobierna los tiempos y cuya soberanía se expresa desde el amor y la misericordia manifestados en Jesús.

2.- Afrontar la cercanía de la muerte desde la certeza del propósito de Dios para mí vida

Dejé de ver los telediarios durante los días que estaba hospitalizado.  Ver crecer el número de fallecidos realmente me creaba ansiedad y temor, sobre todo los primeros días en que estaba muy débil y respiraba con gran dificultad. La muerte rondaba los pasillos de aquel hospital y yo era consciente de que podría venir a por mí también, dado que tenía factores de riesgo graves como son hipertensión y afecciones cardiacas.  De modo que tuve que prepararme para ese posible momento. Clamé a Dios pidiendo que protegiera mi vida y la de mi familia pues mi esposa también estaba contagiada, además mi hermano mayor, su esposa y mi madre estaban ingresados en otro hospital.  Las horas se hacen muy largas cuando estás ingresado y aislado de modo que había mucho tiempo para orar y así lo hice. Hablé con Dios. Le dije “Señor, si tu propósito para mi vida ha llegado a su fin, dame fuerzas para afrontar mi partida, pero si todavía tienes algo para mi, aquí estoy, haz tu voluntad en mi”.  Lo dije con lágrimas en los ojos y con temor. No soy un santo ni tan maduro como me gustaría, pero esas fueron mis palabras cada vez que la idea de la muerte rondaba mi mente. Curiosamente una frase de Jesús me confortaba en esos momentos “Aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:29).

3.- El poder de la alabanza para calmar la ansiedad

La música siempre me ha gustado y emocionado. Algunos recordarán que de joven grabé un cassette. Ahora suena a chiste, pero en aquella época fue todo un hito.  Dirigí el coro de mi iglesia durante varios años y también el grupo de alabanza durante el culto. Alabar a Dios siempre ha sido algo muy terapéutico para mi, pues me permite hacer una especie de catarsis ante Dios que me conecta con El y genera, a veces gozo y alegría, otras contrición y arrepentimiento, pero siempre el resultado es paz interior. De modo que ya conocía el poder de la alabanza y la gratitud a Dios, pero nunca lo había experimentado a un nivel tan intenso. En cuanto comenzaba a escuchar una canción de alabanza en YouTube, las lágrimas comenzaban a regar mis mejillas y un gozo que sobrepasa todo entendimiento llenaba mi corazón. De modo que acudí a esa fuente con frecuencia y disfruté de esos “ríos de agua viva” a menudo, pues realmente calmaban  mi ansiedad y sentía muy cerca la presencia de Dios a mi lado. Cada palabra que escuchaba producía un eco en mi interior que afirmaba las grandes verdades y promesas de Dios, que son, sin lugar a dudas, “el ancla del alma” (Hebreos 6:19).

4.- El amparo de la oración del pueblo de Dios

A penas miraba mi teléfono móvil los primeros días ingresado, de modo que no era consciente del movimiento de oración que había explotado a mi favor. Tampoco pude responder a cientos de amigos que me mandaron mensajes de ánimo por Whastapp. Cuando empecé a encontrarme mejor, me di cuenta que se había generado una especie de tsunami de oración por todo el mundo clamando a Dios por mi salud y la de Jane, mi esposa. Me sorprendió y me bendijo mucho tanto cariño. Hermanos con los que no había hablado por años me mandaron mensajes, otros me llamaron para decirme que estaban orando por mi o sólo para expresarme su alegría cuando me dieron el alta en el hospital. Incluso amigos de la infancia, que apenas recordaba sus nombres, me expresaron su afecto. Fue una bendición sentirme tan arropado y cubierto por las oraciones de miles de hermanos, que aún hoy siguen escribiéndome e interesándose por mí. Esas oraciones me animaron mucho, me fortalecieron y estoy seguro que son una de las causas de mi pronta recuperación. Una vez más quiero agradecer a Dios por ese amparo de oración.

5.- El gran regalo de Dios que son las cosas sencillas de la vida

Nadie hubiera imaginado cuando comenzó el año que nuestro mundo se pararía por completo. Teatros, cines, centros comerciales, bares, hoteles, etc. todo cerrado y todos encerrados en nuestras casas.  Estar aislado en una habitación del hospital te hace añorar con fuerza cosas tan sencillas como un beso o un abrazo, jugar con los nietos o simplemente pasear.  Anhelas que te den el alta para volver a la normalidad y disfrutar de esas cosas sencillas, pero desgraciadamente el confinamiento nos las ha robado varias semanas y muy probablemente el distanciamiento social impida que volvamos a disfrutar de ellas por mucho tiempo.  Ya llevo varias semanas en casa y os aseguro que se ha renovado en mi la gratitud a Dios por cada uno de esos regalos. Me preocupa que pase el tiempo y llegar a acostumbrarme a ellos, darlos por sentado, olvidarme de expresar mi gratitud a Dios por el sol cada mañana, un café caliente y el abrazo de mi esposa, porque como dice la Biblia “Todo lo bueno y perfecto que se nos da, procede de arriba, del Padre de las luces”. (Santiago 1:17)
José Pablo Sánchez
Director de Decisión

Se multiplican en Internet las personas que buscan a Dios durante el confinamiento

Se multiplican en Internet las personas que buscan a Dios durante el confinamiento

Miles de personas buscan ayuda espiritual y encuentran esperanza en Jesús en medio del dolor y el temor por la pandemia global

En todo el mundo el  confinamiento ha provocado un crecimiento exponencial del uso de internet. También el Whatsapp está saturado de mensajes de la familia, amigos y la iglesia. Las video-llamadas se han convertido en el medio de comunicación favorito para grupos grandes y Youtube ocupa ahora el lugar del templo cada Domingo. Está comenzando una nueva era,  sin lugar a dudas, la era de la iglesia en internet.
En medio de todo esto, no solo los hospitales están saturados de pacientes, sino que internet está saturado de personas con temor, que buscan un por qué a todo lo que está sucediendo por el coronavirus. Muchas entidades que trabajan compartiendo el Evangelio por Internet han visto un gran aumento en la solicitudes y preguntas de los usuarios. Así, por ejemplo, el ministerio enbuscadeJesus.net y pazconDios.net coordinado en España por Decisión, que cuenta en la actualidad con un equipo de 23 voluntarios como consejeros online, ha atendido miles de solicitudes desde que comenzó el estado de alarma.  A nivel global pazconDios.net aumentó un 42% en marzo sus visitas sobre el promedio de 2019. 190.000 personas han visitado las páginas especiales creadas sobre el Covid-19 desde que comenzó la pandemia, de las cuales 9.000 oraron pidiendo la paz de Dios es sus vidas y 1.700 dejaron sus datos para continuar en contacto.

Dado que también es posible chatear en estas páginas, los voluntarios están teniendo conversaciones con personas que vienen desesperadas, con miedo a morir y a perder familiares por el virus. La necesidad es inmensa y el número de voluntarios pequeño, de modo que desde enbuscadeJesus.net se hace un llamado animando a más creyentes que se den de alta como voluntarios.
Una voluntaria tuvo una conversación con una mujer con miedo a la muerte por el Covid-19. En medio de esa desesperación la usuaria mencionaba que no tenía paz, que se sentía sola y que no encontraba sentido a todo lo que estaba pasando. La voluntaria le guió a varios textos de la Biblia que prometen paz y le presentó el mensaje del amor de Dios. Después de un rato, la usuaria se calmó y decidió orar aceptando el perdón y amor de Dios.  Luego escribía que estaba llorando por la paz que estaba sintiendo al haber hecho la oración reconociendo a Jesús como su Salvador y que estaba perdiendo ese miedo tan terrible al virus.
Internet seguirá siendo el lugar donde millones de personas vayan a buscar respuestas sobre sus dudas y necesidades espirituales durante los próximos meses. Confiemos que la iglesia esté a la altura de esta demanda y sea capaz de ofrecer a todos la respuesta que necesitan.
David de Lago, Coordinador Nacional EnBuscadeJesus.net.
1 Photo by Glenn Carstens-Peters on Unsplash
2 Photo by Christian Wiediger on Unsplash

Escribir un mensaje
1
¿En qué podemos ayudarte?
¡Hola!
¿Cómo podemos ayudarte?