por Andrés Vaquero | Ago 3, 2024 | Ayuda Espiritual
En Béjar, nuestra pequeña ciudad al sur de Castilla y León, llevamos más de 30 años saliendo todos los veranos al parque con los niños, a lo que llamamos La Hora Feliz. En este programa cantamos canciones cristianas, contamos historias bíblicas con carteles o teatros, jugamos, hacemos manualidades, incluso aprendemos inglés. Todo ello en torno a un tema que cada año va cambiando. Nos disfrazamos de piratas, vaqueros, personajes de cuentos, etc. Y creamos objetos relacionados, letreros y decorados con cartones. Para algunos de nosotros, los primeros años suponían una lucha con la vergüenza, difícil de soportar. Por eso mi mujer y yo acabamos vistiéndonos de payasos para que no se nos reconociera fácilmente. Con el tiempo, para nuestros hijos acabó convirtiéndose en una fiesta en la que todos disfrutamos a pesar del trabajo que supone. Durante años estuvimos en el parque municipal donde más gente hay. La esquina en la que nos poníamos se llenaba de niños y padres hasta que salía la palabra Jesús, entonces muchos padres se llevaban a sus hijos, que no volvían a aparecer hasta el momento final cuando repartíamos alguna golosina. Parece que para eso no tenían ningún prejuicio.
El exilio
Parece que alguien se quejó al ayuntamiento de que estuviéramos en el parque más concurrido y nos exiliaron a un parque cercano en el que no solía haber nadie. Yo me sentí muy enfadado y fui a hablar con el alcalde que simplemente me despachó diciendo que ahí teníamos unas pequeñas gradas para que la gente se sentase y que estaríamos mejor. ¿Qué podíamos hacer? ¿Cómo íbamos a conseguir que los niños vinieran? ¿Merecía la pena tanto trabajo para ir a un sitio desierto? Pronto descubrimos cómo Dios tiene todo bajo control y la plaza no solo se llenó de niños y familias, sino que esas familias sabían a lo que iban y permanecían todo el tiempo con nosotros escuchando y cantando al nombre de Jesús. Es algo que después de años no deja de sorprendernos. Encontrarnos en la calle rodeados de personas no creyentes cantando a voz en grito mientras saltan y bailan, algo tan fuerte como “queremos ver a Jesús exaltado” tiene que tener algún tipo de poder o de repercusión sobre los presentes.
Un paso más
El programa con los niños nos hace estar en esa plaza una semana entera durante el mes de junio, de lunes a viernes. Nuestra meta, además de predicar el evangelio, es que alguna de esas personas acabe yendo a la iglesia, por lo que hace unos años decidimos hacer un día más en nuestro local (el sábado) e invitar a todos a ir. El primer año creo que no vino nadie, luego uno o dos niños y ahora podemos llenar la iglesia con niños y familias jugando, cantando, bailando y tomando algún refresco con algo para picar. Es una pequeña parte de los niños que hay durante la semana y la mayoría son familias que nos conocen de otros años y tienen más confianza. De todas formas vemos cómo el trabajo va dando algunos frutos, aunque solo sea en cuanto a la imagen que podemos tener los evangélicos en nuestra ciudad y a romper barreras y prejuicios.
Los payasos hablarán
En una ocasión, tuvimos una niña que estaba totalmente emocionada con los payasos (mi mujer Montse y yo). Nos abrazaba con tanta fuerza que acababa haciéndonos daño, nos hacía dibujos y no se perdía ni un día. Esta niña obligó literalmente a sus padres a llevarla a la iglesia el sábado posterior al programa en el parque. Sus padres eran personas encantadoras y abiertas y acabó surgiendo una conversación profunda, transcendental y visualmente ridícula entre el padre y el payaso. Yo le miraba la cara de alucinado cuando le respondía a sus preguntas vitales y trataba de no distraerme pensando si esa cara era por las respuestas y el poder del Evangelio o por ver a un señor disfrazado de payaso hablando cosas tan serias. A pesar del interés mostrado, el padre no volvió a aparecer por la iglesia y no sé si alguna idea sobre el Evangelio quedó en su corazón, pero lo que sí sé es que después de unos años, aquella niña tuvo un hermanito y que cuando este tuvo edad para ello, acabó llevándole a La Hora Feliz para formar parte de una generación más de niños que escucha el Evangelio a través de una actividad infantil lúdica.
El legado
Cada año vamos a la emisora de radio local a anunciar el comienzo de La Hora Feliz y a comentar qué vamos a hacer y cuál será el tema en torno al cual nos vamos a mover. Hace unos pocos años, al acabar la entrevista, el director de la radio nos cantó una canción de las que había aprendido con nosotros cuando era niño y para nuestro asombro, al salir del estudio de grabación, la chica que estaba allí de prácticas también recordaba su infancia en este programa infantil. Por un lado nos sentimos demasiado viejos, pero por otro nos dimos cuenta de que muchas generaciones de niños han tenido contacto con el Evangelio a través de esta iniciativa.
Aplicación
No sabemos cómo actúa la Palabra del Señor en todos esos niños y sus familias. Nuestra labor es sembrar usando la creatividad que el Señor nos ha dado, y solo de Él es el regalo de la conversión y la vida eterna.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. (Isaías 55:10-12)
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.1 Corintios 3:7
Andrés Vaquero Moreno es profesor de Artes Gráficas como trabajo, atleta por necesidad, artista gráfico por ilusión, evangélico por herencia y nacido de nuevo por misericordia.
por Alberto Bores | Jul 26, 2024 | Ayuda Espiritual
La historia de conversión al Evangelio que mejor conozco es la mía propia. Si la cuento aquí no es por lo impactante que fue, como ocurre en los casos de delincuentes o drogodependientes, sino por las características de las personas que me llevaron a conocer el plan de salvación que Dios tenía preparado para mí.
De familia religiosa católica, internado en un seminario desde los diez años, a los dieciséis decido salir para “ver el mundo desde fuera” y luego volver con las ideas claras y entregarme definitivamente a mi vocación de sacerdote misionero. A los diez y ocho no tengo claras las ideas todavía y opto por ingresar en la universidad, aunque para ello tenía que pasar los tres meses de verano trabajando en una mina de carbón para financiar el resto de año. No quería detraer de los recursos familiares lo que podrían necesitar mis seis hermanos menores para completar sus estudios, pero sí quería alcanzar una formación académica que me permitiera aportar algo en el momento de volver a la Congregación. Con estos detalles sólo quiero indicar que yo era lo que se suele considerar “una buena persona”. Los PP Combonianos habían hecho un buen trabajo conmigo y yo les estaba (y sigo estando) muy agradecido. Y sin embargo estaba intranquilo, buscaba algo más, algo que llenara ese vacío que sentía dentro de mí y que no sabía cómo llenar.
Visitaba algunas parroquias para confesarme
El primer año en la universidad viví en un colegio mayor de frailes jesuitas a quienes exponía mis inquietudes. También visitaba algunas parroquias para confesarme y buscar consejos satisfactorios. En todas las ocasiones me decían que era una buena persona y que siguiera adelante. De hecho, me imponían penitencias muy flojas: rezar unos padrenuestros y poco más. Luego pasé a vivir en pisos compartidos con otros estudiantes y mis principios se fueron relajando poco a poco, pero seguía creyendo en Dios y participando en algunas prácticas religiosas. Mis compañeros, aunque educados también en seminarios, habían dejado de creer y se habían enganchado a la corriente revolucionaria. Era la época de la transición política hacia la democracia con una Constitución recién estrenada. Las largas tertulias nocturnas en el piso, a veces con visitas de estudiantes de otros pisos, tenían como tema central la política. Había que romper las estructuras de la pasada dictadura; había que aniquilar a la Iglesia Católica por haberla apoyado; había que echar a los imperialistas (los americanos); había que establecer un sistema comunista; y había que olvidarse de Dios, que era el culpable de todos los males. Yo, aunque no compartía sus posturas extremas, tampoco tenía argumentos para rebatirlas, principalmente debido a mi ignorancia. También solía ser el objeto de sus ataques, sobre todo porque me resistía a dejar de creer de Dios.
Cierto día, a solas con uno de mis compañeros, me puso a Jesús como ejemplo de revolucionario. Él solía repetir la frase “a los imperialistas, ni agua”, refiriéndose a los americanos y sus bases militares en España. Entonces me vino a la mente ese pasaje de los evangelios en que le preguntaron a Jesús si había que pagar los impuestos al César o no. Le dije que si Jesús hubiera sido un revolucionario de su estilo habría contestado con su frase favorita: “a los imperialistas, ni agua”, mientras que los que contestó fue “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Él aseguraba que esa no había sido la respuesta, yo que sí, él que no… hasta que se le ocurrió ir a llamar a un conocido de su Facultad de Historias que vivía a la vuelta de la esquina con otros estudiantes. Le conocía precisamente porque llevaba en el bolsillo de la camisa o de la cazadora vaquera un Nuevo Testamento. Era el adecuado para sacarnos de la discusión con datos objetivos. Yo también le conocía de verle comprando el pan y la leche debajo de casa y de verle, al pasar por el bar de la esquina, tomando su café y su copa de coñac, y fumándose su puro rossli con otro compañero. Pues ahí se presentó, en mi habitación, con un Nuevo Testamento que manejaba con gran habilidad, y enseguida encontró el pasaje. Ante la evidencia, mi compañero objetó algunos argumentos y nos dejó solos.
Mi primera pregunta fue ¿por qué lees la Biblia?
Me costaba relacionar a aquel joven con la Biblia. No tanto porque le conocía de verlo en el bar bebiendo y fumando, sino porque nunca me había encontrado con alguien que llevara una Biblia y la leyera, ni siquiera en el seminario. Yo mismo era un fumador de paquete diario y si no bebía era porque tenía problemas de estómago. En ese sentido el extraño era yo que, en cierto modo, me sentía limitado por no poder beber alcohol. Lo verdaderamente llamativo de ese joven estudiante era su conocimiento de la Biblia y su interés por exhibirla. Así que mi primera pregunta fue ¿por qué lees la Biblia? Y su respuesta inmediata: porque es la Palabra de Dios. ¡Vaya sorpresa! ¿Acaso no sabía yo que la Biblia es la Palabra de Dios? ¿Acaso no lo oía decir al final de cada lectura que se hacía en las misas? Pues sí, yo creía que la Biblia era la Palabra de Dios, pero nunca la había leído directamente. Entonces, ante mi interés por el asunto, mi nuevo amigo me hizo una exposición del mensaje del Evangelio que me llevó al convencimiento de que yo no era un hijo de Dios conforme a los textos que me iba leyendo. A pesar de que todo me sonaba familiar, nunca había sido consciente de que la clave de todo se encuentra en aceptar a Jesús como salvador personal, como el único camino a Dios. De pronto me pareció que todo eso que estaba oyendo era lo que yo estaba buscando desde hacía algunos años.
Todavía tardé algunas semanas en hacerme con una Biblia y también en relacionarme con el joven y sus amigos porque antes quería estar seguro de mi corazonada. Antes había estado en contacto con Testigos de Jehová, Mormones y Bahá’is y no me había podido identificar con sus creencias, aunque como personas me resultaban atractivos. Prefería estar seguro antes de arriesgarme a meter la pata otra vez, de modo que, llegadas las vacaciones de Semana Santa, cogí un poco de ropa y mi nueva Biblia y salí a la carretera en dirección Andalucía. Era muy habitual lanzarse a viajar “a dedo” en aquella época, aunque yo sólo lo había hecho en casos de necesidad. Ahora lo hacía en busca de pruebas de que Dios era un ser real y que iba a cuidar de mí. Pasé horas parado en algunos cruces de carreteras o al lado de una gasolinera, pidiéndole a Dios que se manifestara de alguna manera. Efectivamente, Dios proveyó en los momentos oportunos para que alguien se apiadara de mí y me recogiera camino del sur: una furgoneta llena de jóvenes fumando porros; otra furgoneta con jóvenes que se dirigían a Marruecos a comprar hachís, pero que me dejaron dormir en un colchón mientras el conductor lo hacía sentado y apoyado en el volante al llegar a Sevilla; un autobús de línea conducido por un policía nacional porque estaban en huelga los conductores y que no cobraban el billete que me habría dejado sin fondos para llevarme algo a la boca; y el regreso a Valladolid, desde Almuñécar, en el coche de un amigo que se había ido a pasar el fin de semana con su amante, una mujer casada que le había dicho a su marido que se iba con unas amigas.
Una persona con una vida que no llamaba la atención
Como dije al principio, el interés de esta historia no está tanto en la forma en que yo me convertí, ni más ni menos que leyendo la Biblia como tantos otros de mi generación. Lo curioso es que fue a través de una persona con una vida que no llamaba la atención por su espiritualidad, pero que exhibía la Biblia y hablaba del Evangelio siempre que tenía oportunidad. Y Dios lo usó. Y también Dios usó a personas nada espirituales para mostrarme su control de las circunstancias y su interés por que yo le reconociera. Y, sobre todo, usó la Biblia para darse a conocer a mí, y más tarde la usaría para ir perfilando mi conocimiento de Él y los cambios que tendría que ir haciendo en mi vida, con independencia de los modelos de cristianos de mi entorno.
No estoy despreciando la importancia de ser buenos modelos de vida cristiana a la hora de evangelizar. La santidad es un deber irrenunciable de todo cristianos, pero que nuestra “santidad” no sea un impedimento para alcanzar a otras personas. El poder está en la Palabra de Dios. “La fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¡Hagamos lo posible para que la Palabra de Dios sea conocida!
Alberto Bores es pastor de la Iglesia Evangélica Comunidad Cristiana Camino de Vida en Valladolid. Ha participado y colaborado en muchas campañas de Decisión junto con su esposa Gloria García.
por Andrés Vaquero | Jun 17, 2024 | Ayuda Espiritual
Llevaba un año en mi nuevo trabajo en la enseñanza. Había sido mucho más duro y difícil de lo que me habría imaginado, y comenzaba un nuevo curso cargado de novedades e incertidumbres, cuando a finales del primer trimestre llegó la noticia: mi padre tenía cáncer. Nada más enterarnos, antes de salir del hospital, nos juntamos toda la familia y pusimos la situación a los pies de Dios. Nosotros no teníamos fuerzas ni capacidad para enfrentarnos a ese problema. Los siguientes meses los pasamos entre el hospital y casa (a 70km de distancia). Mi hermana acababa de tener otro bebé y no podía pasar tiempo en el hospital. Mi madre pasaba día y noche al lado de mi padre, y yo, que trabajaba justo al lado del hospital, me acercaba cada hueco libre que encontraba a hablar con los médicos o a acompañar a mis padres. Solía comer con mi madre y quedarme con ellos en la habitación hasta por la tarde, que venía mi hermana el rato que podía. A mitad de semana, con mucho esfuerzo, conseguíamos que mi madre se fuera a casa a intentar dormir algo o, por lo menos, salir un rato del hospital. Entonces yo me quedaba en la habitación por la noche con mi padre y por la mañana me iba a clase directamente desde allí. El fin de semana nos dejaban llevárnoslo a casa hasta la siguiente semana. Momentos duros que llegaron a acumularse hasta el punto de tener, durante varios días, a mi padre, mi madre, mi suegro y mi suegra hospitalizados todos a la vez. Muchas tardes mi mujer se hacía cargo de mis hijas y mis sobrinos para que mi hermana pudiera ir al hospital, y yo no llegaba hasta la hora de cenar… que iba seguida de preparación de clases para el día siguiente.
La oportunidad
Pasaron varios meses así, hasta que los médicos decidieron operar a mi padre. Ese día yo organicé todo para que los alumnos se fueran antes y yo pudiera ir al hospital. Mientras me preparaba para salir, surgió una conversación con mi compañero, recientemente contratado para dar clase en mi ciclo formativo. Habíamos estudiado la misma carrera, él en el curso anterior al mío, pero pasaba más tiempo con nosotros que con sus compañeros de curso. Yo le apreciaba y admiraba su trabajo y por eso, cuando surgió la oportunidad, le llamé para que se presentara a la plaza que se ofrecía en mi colegio. Él se sentía muy agradecido y me mostraba mucho respeto. Mientras hablaba con él, me llamó mi hermana para decirme que había surgido una urgencia y que ese día no operarían a mi padre. Por un lado, sentía que se estaba retrasando la posible solución, y por otro entendía perfectamente las necesidades que podía tener alguien que requería ser atendido antes que mi padre. También estaba ese falso alivio cuando se te plantea la idea de retrasar un poco aquello a lo que te da miedo enfrentarte. El caso es que decidí quedarme en el colegio hablando con mi compañero.
El riesgo
Reconozco que aunque comprendo la gran comisión de “ir y hacer discípulos” como algo de todos los seguidores de Cristo, yo no tengo esa facilidad para ser capaz de sacar el tema y hablar con las personas que hay a mi alrededor. Incluso cuando veo la necesidad, le pido a Dios que me lo ponga fácil, porque sé que de mí no va a salir. En este caso, ni había visto la necesidad, ni había orado al respecto cuando mi compañero sacó la conversación. Me comentó que había visto un reportaje en la televisión sobre cristianos evangélicos o protestantes y que, sabiendo que yo compartía esas creencias, pensó en preguntarme sobre ellas directamente a mí. Así surgió una conversación sin demasiada importancia que llegó, no sé cómo, al tema de la creación. Solo verme la cara me dijo algo así como: “¡No me vas a decir ahora que tú crees…!” En ese momento me di cuenta de que con lo que dijera a continuación podría perder su respeto de un plumazo. Entonces decidí rápidamente que si iba a arriesgarme en esa conversación, no iba a ser por demostrar tener razón, o por convencerle de la posibilidad de que el universo no se puede hacer solo, sin la participación de un Ser superior… Si me iba a jugar su respeto, su amistad o mi imagen para él a partir de ese momento, la apuesta debería ser más alta: su alma.
Matrix
Me acordé en ese momento de la película de Matrix. A los dos nos encantan los cómics y la ciencia ficción, y conocíamos bien esa película que había dejado una huella perdurable en el tiempo. En ella hay una escena en la que al protagonista, que lleva toda la vida buscando una respuesta, le ofrecen dos pastillas de diferente color. Si elige la azul, se levantará al día siguiente como si esa conversación hubiera sido un sueño y su vida continuará como siempre. Pero si se toma la roja, obtendrá la respuesta a la pregunta que le golpea la cabeza cada día: conseguirá la verdad que siempre ha buscado. Así que lancé un órdago: “Mira, si vamos a hablar de esto, que sea de algo que merezca la pena. ¿Recuerdas la escena de las pastillas de Matrix? Pues yo tengo dos pastillas: si eliges la azul, cambiamos de tema y continúas tu vida como hasta ahora. Pero si eliges la roja te contaré algo que puede cambiar tu vida hasta el punto de que nunca vuelva a ser igual.” “Elijo la roja”, me dijo. Creo que más por curiosidad que por otra razón. “Mira mi reloj, si te digo que se ha hecho solo, por mucho que te diga que ha sido a través de millones de años, no lo creerías. Muchísimo más complejo es el universo, el cerebro, o un ojo que puede ver. Solo pueden existir si hay una Inteligencia superior que los diseña. La llamamos Dios. Si existe como tal un Ser así… no se le puede comprar. Igual que al hombre más rico del mundo no le puedes ofrecer dinero para controlarlo o convencerlo, nadie puede decir delante de Dios que está a la altura o que le debe algo por portarse bien un día o mil. Todos hemos hecho algo malo o pensado algo malo o “simplemente” vivido sin tenerle en cuenta. Somos culpables ante Él y nunca podremos pagar. Son malas noticias. Pero Dios no se ha quedado ahí: mandó a su Hijo a pagar en la cruz mis deudas para que yo, aceptando ese sacrificio en mi lugar, pueda acercarme directamente a este Ser superior sin miedo, y vivir su salvación para siempre. Puede parecerte fácil, pero somos demasiado orgullosos como para reconocer que no damos la talla o para dejar que otro pague por nosotros. Seguimos pensando que podemos solos.”
La respuesta
Se hizo entonces un silencio. Mi compañero me miró fijamente a la cara y dijo algo que yo jamás podría haberme imaginado: “¡¿por qué no se lo dices a todo el mundo?!” No supe qué responder. Yo estaba alucinando. Le dije que yo no sabía cómo, pero él había entendido algo que le iba a obligar a tomar una decisión y que no iba a poder estar tranquilo hasta que lo hiciera. Al día siguiente me preguntó que si yo era adivino, que no había podido quitarse de la cabeza esa historia. Desde entonces comenzamos a hacer unos estudios bíblicos básicos. Cada cosa que veíamos era alucinante para él. Era como si hubiera encontrado la pieza que le faltaba para responder sus preguntas. “Todo encaja”, me decía. Yo alucinaba más aún que él. Un día me dijo una frase que nunca he olvidado: “¿por qué a mí?” Me hizo darme cuenta de que mi compañero del trabajo había entendido el Evangelio de una manera que yo, hijo de creyentes, nunca había experimentado. Yo iba contando el proceso en mi iglesia y pidiendo oración por él. Fue muy especial para todos, aún sin conocerle, no solo por la alegría de ver un pecador que se arrepiente, sino porque se convirtió en un ejemplo de motivación para compartir el Evangelio. Todos querían tener un “José Luis” en su vida, alguien en quien ver el poder del Evangelio a través de sus ojos. Como los niños que se asombran con todo y nos recuerdan el valor de las pequeñas cosas, así mi amigo nos ayudaba a ver las maravillas de nuestra propia fe.
La demostración
Mi padre murió poco después y tras el entierro, al que asistió mi amigo, él me dijo: “Ahora veo que todo lo que me has dicho no solo es cierto, sino que hace una diferencia real en la vida cuando llegan momentos como estos…”.
No importa demasiado tu capacidad, ni tu labia, ni tu compromiso, ni tus conocimientos, ni tu preparación: ahí fuera Dios tiene preparado a alguien que solo necesita que le indiquen hacia dónde mirar. Él hará el resto. Como dice la Biblia: “He aquí que yo soy el SEÑOR, Dios de toda la humanidad. ¿Habrá alguna cosa difícil para mí?” Jeremías 32:27
Andrés Vaquero Moreno es profesor de Artes Gráficas como trabajo, atleta por necesidad, artista gráfico por ilusión, evangélico por herencia y nacido de nuevo por misericordia.
por Nieves Carabaña | Abr 24, 2024 | Ayuda Espiritual
Recibí un mensaje de WhatsApp desde un número desconocido. “Hola Nieves, soy Alejandra. No sé si te acordarás de mí. Acompañaba a mi abuela a vuestra iglesia en Vallecas cuando era niña”. “¡Claro que me acuerdo de ti! − le respondí. Conservamos aún algunas fotografías tuyas en los álbumes de la iglesia. Recuerdo una especialmente en la que estás deslizándote en trineo en la sierra norte de Madrid, en una de aquellas actividades infantiles de Exploradores del Rey”. Estela quería charlar, mejor dicho, necesitaba conversar conmigo porque había venido a su memoria la fe de su abuela Sonia y la iglesia en la que se congregaba. Recordaba acompañar algunos domingos a su abuela, las clases de escuela dominical, las merendolas y los juegos junto a otros niños. De eso hacía ya más de veinte años.
Le habían detectado un cáncer
Supe que era el momento de hacer hueco en la agenda para quedar con Estela. Hablamos durante horas. La dejé hablar. Dos años atrás le habían detectado un cáncer de mama que continuaba avanzando después de diferentes tratamientos y cuatro intervenciones quirúrgicas. No te lo he dicho aún, pero si conocieras a Estela no pensarías que está enferma: es una joven audaz, inteligente, dicharachera, jovial, elocuente y atractiva. Como digo, en nuestra primera conversación la dejé hablar. Vació su alma con palabras precisas, técnicas, propias de la fluidez de una periodista profesional que matiza con detalles bien dibujados su particular calvario. Por la confianza que me daba conocerla desde niña le pedí permiso para orar por ella y rogar al Señor que obrara en su vida, no solo en su salud física, sino que le diera bienestar integral. Oré y la invité a asistir a la iglesia asegurándole que allí encontraría luz en medio de su oscuridad, esperanza ante un futuro incierto. Así concluyó nuestro primer encuentro. Días después supe que los resultados de las últimas pruebas habían sido muy tranquilizadores. Asistió dos o tres domingos a la iglesia y después dejé de verla. Pensé que las cosas comenzaban a irle mejor y que eso la llevaba a olvidar la fe de su abuela. Nos enviamos algún que otro saludo esporádico por WhatsApp.
Expresó su desencanto con la medicina
Un año más tarde retomamos la relación. Seguía delicada de salud. Había tenido más tratamientos médicos y una nueva intervención quirúrgica. Ahora espera los resultados de un tumor localizado en la cadera. Le ofrecí visitarla con mi esposo al que también conocía desde niña. Nos recibió en su casa nueva, luminosa, un auténtico refugio acogedor decorado con un estilo juvenil y mobiliario bien seleccionado de Ikea. Nos sirvió un café que preparó sin mucha destreza excusándose porque ella no suele tomarlo y casi desconoce cómo funciona la cafetera. Acompañamos el café con unas deliciosas pastas artesanas de chocolate y guindas. Entramos en materia. Expresó su desencanto con la medicina con el argot del paciente de años que ha aprendido a interpretar la letra de los médicos y que pareciera haber estudiado medicina en una universidad de prestigio. Poco a poco mostró su fragilidad emocional, cómo se hunde en un desconcierto de emociones y miedos cuando los efectos de la radioterapia se intensifican, y la incontrolable inquietud que vive ante los largos días de espera para conocer el diagnóstico de las últimas pruebas, que nunca son las últimas.
Había llegado el momento
Nos cuenta cómo se han acercado a ella personas conocidas y desconocidas con distintas propuestas espirituales, y algún que otro personaje curioso que la animaba a hablar con sus seres queridos ya fallecidos mientras le revelaba cosas de su vida dejándola sorprendida y alimentando su curiosidad por el más allá. Supimos que había llegado el momento de enfocarnos en la obra de la cruz. Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? (Isaías 8:19). Le recordamos que el Dios de su abuela quería ser su Dios, y que solo en Él hay una esperanza firme, porque como dice Hebreos 6:18 “…en Él tenemos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”. La animamos a levantar su voz en oración al Señor reconociendo que era tiempo de reconciliarse con Él. Lo hizo. Una oración sencilla, serena, confiada. Estela está poniendo su mirada en Jesús. Escucha con atención los domingos la predicación y se sienta confortada, su fe está creciendo.
Conversaciones que transforman vidas
Déjame concluir que un mensaje en tu móvil, un vecino con el que te encuentras en la escalera con frecuencia, un familiar que viene a casa a verte, un contacto nuevo en tus redes sociales…, todas son oportunidades para iniciar una conversación evangelizadora que transforme vidas: la de alguien, y la tuya propia, porque cuando obedecemos al Señor somos los primeros beneficiados. No sé tú, pero yo vivo tan ajetreada en mil actividades buenas que me cuesta pararme en el camino y discernir los momentos trascendentes en lo cotidiano porque pareciera que no hay tiempo en mi vida para lo que no está agendado. Por eso, me he propuesto reservar espacios en mi mente y en mi corazón para escuchar la voz inesperada del Señor en el camino.
En la Biblia leemos que Pablo y su equipo, después de percibir la visión de un varón macedonio, entendieron que Dios les estaba guiando a llevar el mensaje del evangelio a ese lugar. “Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio” (Hechos 16:8-10). Ellos estuvieron atentos, sus corazones dispuestos, la mirada enfocada y el oído despierto. Quizás estás pensando lo mismo que yo: ¡Claro, si yo tuviese experiencias como la de Pablo, yo también entendería los momentos oportunos para llevar su Palabra! ¿Estás seguro?, ¿estoy segura? A mí me da la impresión de que hay muchos hombres y mujeres en España hoy que ruegan sin palabras que les guiemos hacia el ancla de la fe en Jesús, hacia el único que ofrece ríos de agua viva hoy que saltan para vida eterna. La visión nocturna puede llegar en forma de notificación a tu móvil. ¿Qué te parece si agendamos hueco para conversaciones transformadoras?
Nieves Carabaña es responsable de Relaciones con Iglesias y Proyectos domésticos de World Vision España. Junto con su esposo Ángel Luis Álvarez pastorean una iglesia en Madrid (España).
por Decisión | Abr 10, 2024 | Ayuda Espiritual
“No se me da bien evangelizar.”
🗨️ Pregunta por Gladys
El llamado a evangelizar y hacer discípulos, el Señor Jesús nos lo dio a todos los que creemos en su nombre y en su mensaje de salvación. Bajo esta premisa, y sabiendo que es el Espíritu Santo quien nos guía y nos ayuda, todo creyente está capacitado para hablar sobre Jesús y Su salvación. Es cierto que la personalidad de cada uno puede influir, pero si cada persona hace uso de las herramientas que el mismo Dios nos ha dado como son la oración, la lectura diaria de la Biblia para escuchar su voz, el testimonio personal y la comunión fraternal de la iglesia, en realidad, el evangelizar se convierte en compartir con los demás sobre lo que ya ha sucedido en nuestra vida e invitarlos a encontrar en Jesús la respuesta a todas y cada una de sus inquietudes espirituales y, lo principal, la promesa de la vida eterna junto a Él. Así como nadar sólo se aprende nadando, evangelizar sólo se aprende evangelizando. La teoría sirve pero sólo la práctica lo hace real en nuestra vida.
“¿Qué herramientas usar para quitar esas inseguridades, y hablar de la buena noticia, en el mundo de hoy?”
🗨️ Pregunta por Merce
La inseguridad parte de nosotros mismos porque creemos no ser capaces de tener la respuesta a todo, y es que no la tenemos. También porque nos da miedo el rechazo, el qué dirán o qué pensarán, pero de todo ello, la inseguridad propia es lo único que depende de nosotros. Para combatirla, necesitamos trabajarla y encontrar respaldo en nuestras fortalezas. Tenemos muchas habilidades que pueden reforzar esa inseguridad y hacer que comuniquemos el mensaje del Evangelio con más libertad.
Es normal que los prejuicios o ver que nuestra sociedad vive de espaldas a Dios, nos haga sentir inseguros, pero nuestro llamado es compartir la buena noticia de Jesús independientemente de lo que el resto del mundo piense o viva. Nuestra parte es sembrar y dejar que Dios luego obre y coseche, y nuestro mejor aliado es el Espíritu Santo que nos guía siempre cuando nos disponemos a cumplir con nuestra misión.
En cuanto a herramientas más prácticas, la principal y que puede aportar seguridad es nuestro testimonio personal. Algo que es tuyo propio, que has vivido y que conoces con total detalle, siempre será algo seguro sobre lo cual puedes basarte y que puede abrirte muchas puertas para hablar de Dios.
También, formarte y adquirir conocimientos bíblicos te aportará mucha seguridad, porque cuando conoces algo puedes hablar de ello con total certeza y libertad, sin miedo. Necesitamos meditar y profundizar en la Palabra de Dios para que nos sirva de referencia en nuestras conversaciones.
Otra herramienta son las preguntas. Puedes prepararte algunas que te ayuden a iniciar una conversación y a guiarla hacia compartir el mensaje del Evangelio. Por otro lado, memorizar pasajes bíblicos es un recurso muy útil a la hora de responder preguntas que surjan o se den en las conversaciones.
Y por último, pero no menos importante, la práctica. Practicar lo que conocemos, lanzarnos y probar, nos da la experiencia necesaria para crecer en ello. A través del ministerio EnBuscadeJesus.net, se dan múltiples oportunidades para poner en práctica la evangelización, ya que cientos de personas acuden cada día con preguntas espirituales que nosotros podemos contestar. Si te gusta la evangelización, este ministerio puede ser una gran bendición para tu vida. No olvides que tus fortalezas siempre serán mayores que tus inseguridades y que, si te dispones a compartir el evangelio, Dios se encargará de ser tu mejor herramienta.
“Mi pregunta tiene que ver con cuestiones culturales a la hora de hablar con españoles del evangelio. Muchas veces, prefiero no acercarme a desconocidos para hablarles de Jesús porque no sé si les va a dejar mal sabor que una persona que no conocen de nada intente iniciar una conversación así.”
🗨️ Pregunta por Caroline
Conocer bien el contexto y la cultura donde te mueves es muy importante a la hora de comunicar el mensaje del evangelio. El español es una persona que no quiere tener problemas ni conversaciones que sean raras. Realmente todos huimos de momentos de interrupción en la calle. Lo ideal es encontrar un punto de unión entre las dos personas y, a través de ese puente que se ha creado, entablar la conversación y presentar el mensaje del evangelio sin miedo. Busca esos lugares, momentos o actividades que creen ese espacio seguro para la otra persona y atrévete a comunicar el mensaje del evangelio. El libro “Jesús en los Bares”, escrito por David de Lago, director de Decisión, te ayudará a comprender mejor la cultura española y te enseñará cómo puedes hablar a los no creyentes acerca del amor de Dios.
“Soy tímida y siempre está el temor a ser rechazada. ¿Qué me podéis recomendar?”
🗨️ Pregunta por Gloria
Te recomiendo que seas natural y que aproveches todas las oportunidades que la vida misma te ofrezca para compartir tu fe. Si el hijo de una amiga se enferma, dile que estarás orando por él, si tu amigo está sufriendo, háblale de Jesús y de la ayuda que él ha sido en tu sufrimiento; si tu hermana se queda sin trabajo, provee para ella de la manera que Dios provee en tu día a día. También te animo a utilizar la pulsera de colores que tenemos en Decisión, ya que es una manera guiada de compartir el evangelio y te ayudará a dar el paso que tanto nos cuesta a la mayoría, de invitar a las personas a aceptar a Jesús en su vidas.
El rechazo es inevitable, pero al igual que te pueden rechazar por ser cristiana, te pueden rechazar por cuestiones más banales que esa, así que no permitas que sea una impedimento a la hora de evangelizar. Jesús mismo fue rechazado, los discípulos fueron rechazados, así que para los que creen en Dios, el rechazo es solamente una confirmación de que estás en el camino correcto.
“Muchos mensajes que enviamos por Facebook lo hacemos teniendo en cuenta que el mensaje llega a personas sin conocer a nuestro Padre, pero lo hacemos porque la palabra llega al corazón de gente que quizá tenga una necesidad sin importar su rechazo o su burla. Mi pregunta es: ¿debemos seguir enviando mensajes a pesar de todo esto?”
🗨️ Pregunta por Juan Luis
Hola Juan Luis, al leer tu pregunta automáticamente vino a mi mente el pasaje de 2 Timoteo 4:2 “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. El apóstol Pablo da instrucciones a Timoteo indicando que solo hay dos ocasiones en las que se debe predicar, anunciar la Palabra de Dios: ¡a tiempo, y fuera de tiempo! Es decir, ¡siempre! Nunca olvides que cuando compartes algo de la palabra de Dios, estás compartiendo una palabra que es “de Dios, es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” Heb. 4:12. La Palabra de Dios penetra hasta lo más profundo del hombre y puede quebrantarlo, iluminarlo y llevarlo a los pies de Cristo. De modo que te animo a que sigas con esa labor, sigue sembrando porque nunca sabes cuando la semilla caerá en la buena tierra y llevará fruto para la eternidad.
“Nosotros salimos a evangelizar una vez al mes, llevamos folletos con dirección y horarios de cultos y procuramos hablar con todos los que nos escuchan. Mi pregunta es: ¿cuál sería el mejor método para Evangelismo? Sugerencias de actividades.”
🗨️ Pregunta por Carmen
Lo que estáis haciendo está muy bien, pues busca “hablar” con las personas. Entregar solo publicidad sin hablar con la gente no es muy útil, pero cuando el objetivo es hablar, está muy bien. No hay un método mejor que otro. Todos los métodos que nos permitan hablar y compartir el Evangelio son válidos, por ejemplo encuestas. También actividades breves que atraen gente como baile, teatro, mimo, torneos deportivos, conciertos en colaboración con una organización local, talleres manuales, clases de inglés, etc., para luego regalarles una pulsera de colores y exponerles el mensaje de salvación.
Cada verano organizamos dos campañas evangelísticas en diferentes pueblos de España que tienen necesidad del evangelio. Llevamos 47 años probando diferentes actividades con el objetivo de que nos sirvan como plataforma para conocer a los ciudadanos y comunicar el mensaje de salvación: cine de verano, conciertos, festival para niños, caja roja, obra social y las que hemos mencionado con anterioridad. Las modas van cambiando y algunas actividades funcionan muy bien durante un tiempo y luego dejan de ser atractivas. Te aconsejamos que pienses en tu localidad, en las necesidades particulares que tiene y que te hagas la siguiente pregunta, ¿cómo puede mi iglesia beneficiar a mi localidad?
La clave está en “hablar” porque la conversión es fruto de la proclamación.
“¿Algún libro práctico de cómo evangelizar a las personas que de alguna forma son seguidores de ideas de la Nueva Era (New Age)?”
🗨️ Pregunta por Rosa
El Manual de Evangelización para el Siglo XXI escrito por David Burt te dará un visión amplia de la evangelización. Burt ha servido como misionero y obrero en España por más de 40 años, de modo que su experiencia tiene mucho valor. Sobre cómo evangelizar a los de la New Age no hay libros en español, pero si esta web aporta algunas respuestas https://www.gotquestions.org/Espanol/movimiento-nueva-era.html.
“¿Con cuál pregunta se puede abordar a una persona europea?”
🗨️ Pregunta por Sandra
Antes de abordar una persona con una pregunta creo que lo más importante es observar la necesidad. Independientemente de los factores concretos y cultura todos tenemos la necesidad de amar y ser amados. En Europa se puede sentir una pasividad y un relativismo generalizado sobre todo. Es un poco el sentimiento de: mientras lo mío esté bien y no se toque demasiado mi calidad de vida, estamos bien. Esa pasividad creo que está siendo nuestro peor enemigo ante las grandes preguntas de la vida.
Por otro lado, generalizar es un error ya que no es lo mismo la realidad de un valdepeñero que de un londinense, de un tinerfeño a alguien de Varsovia y lo más sabio es abordar de forma artesanal cada realidad. Jesús tenía un mensaje muy claro que compartir: “Arrepentíos, cambiad vuestra manera de vivir, de pensar, de actuar y volved a Dios porque el Reino de los cielos se ha acercado.” Para traer ese Reino, lo que vemos en su ministerio es que primero servía y cubría la necesidad de esa persona o el entorno para después colisionar esa realidad con el mensaje del evangelio.
Creo que ese es el patrón que debemos tener en cuenta en todo momento. Tenemos que ser sensibles al Espíritu Santo y hacerle parte integral de todo nuestro ser, a la misma vez que estamos alerta de la necesidad de esa persona o del contexto donde estamos. Creo en el poder que hay en el proceso de primeramente cubrir una necesidad para posteriormente abrir la conversación. Si no hemos generado la confianza o autoridad no hemos ganado el corazón de los demás para ser escuchados. Allí donde esas dos trayectorias se cruzan, la revelación del Espíritu Santo y la necesidad, se encuentra la pregunta con la que debemos de abordar a esa persona. Una buena pregunta para comenzar siempre es: ¿cómo estas?
Si quieres aprender más sobre cómo evangelizar de una manera eficiente, te invitamos a ser parte de la Cumbre Decisión Online 2024 y a aprender junto a conferenciantes como Marcos Vidal y Marta Durán sobre el tema “La Evangelización no ha muerto.”
por Laury Rodriguez | Abr 4, 2024 | Ayuda Espiritual
El lenguaje y el mundo de las palabras con sus significados van marcando y definiendo la historia de la humanidad. El lenguaje es activo y dinámico. Va evolucionando y aunque muchas palabras dejan de estar “en uso”, otras se van incorporando o tomando relevancia conforme a la realidad social, política y generacional.
En el 2023, la palabra “polarización” fue la que tomó el protagonismo y se decidió como la palabra del año según la Fundéu de la Real Academia de la Lengua. En su inicio estaba relacionado con el ámbito de la ciencia y la tecnología, pero a día de hoy en España, en Europa y nivel global, la palabra “polarización” se refiere a la división en bloques. Es orientar en dos direcciones contrapuestas y que denotan división, separación y discrepancia. Así es como nuestra sociedad está siendo afectada por esta “polarización” en el cotidiano vivir, el ámbito emocional, social y político de la gente. El mundo se está fragmentando cada vez más y todo está sucediendo frente a nosotros. La desconfianza, el miedo y la “bronca” están enfrentando a las familias, a los amigos, a los compañeros de trabajo y hasta los aficionados de tal o cual deporte.
Sabemos que el Evangelio ofenderá a algunos
Los cristianos, estamos llamados a una vida inclinada hacia la compasión y el acercamiento sincero con el mensaje de Jesús a aquellas personas y sociedades donde la obscuridad va ganando terreno. Hemos llegado a un punto en el que debemos tener cuidado con nuestras palabras para evitar herir los sentimientos de alguien o recibir críticas duras y que el amor sea, ahora más que nunca, nuestra bandera en cuanto a la comunicación y la relación personal. Sin embargo, sabemos que el Evangelio ofenderá a algunos, pero la verdad eterna que tiene vale la pena ser contada, compartida y ofrecida con miras hacia la salvación de muchos.
El Señor Jesús ya lo dijo en Juan 8:32 que conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. Esa libertad espiritual que tanto necesita nuestro mundo está en nuestras manos y en nuestros corazones para ser compartida. Algunos tienen bastante talento para decir las cosas difíciles, pero necesitamos crecer para hacerlo con amor. Así el mensaje del Evangelio se va marcando en el corazón y en la mente de los que lo escuchan. Estamos llamados a ser prontos para oír y siempre listos para llorar junto a los que lloran. Así nos enseña Su Palabra. Debemos recordar lo que dice Proverbios 15:1 “La suave respuesta quita el enojo, pero la palabra áspera hace subir el furor.” Nuestras palabras deben apuntar hacia la unidad. Deben atraer y captar la atención del que escucha y evitar a toda costa que lo que sale de nuestra boca lleve a los demás hacia la polarización. Detrás de cada palabra, debe estar nuestro corazón que refleje de manera consistente al único que tiene el poder de cambiar y salvar, y ese es Cristo.
La clave para evitar la polarización
En un mundo cada vez más polarizado, es urgente la acción y la implicación del creyente en su entorno, poniendo en práctica y respaldado por la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. La iglesia debe ser el lugar donde la confrontación y las diferencias humanas pasan a un segundo plano y el obrar del Espíritu Santo sea el que le dé identidad y propósito al pueblo de Dios. Ya lo dice la Biblia en Juan 13:35, que nos conocerán como discípulos de Jesús por el amor que nos tengamos los unos con los otros. La unidad y el amor, son la clave para evitar la polarización en medio del pueblo de Dios y también lo es en el lugar en el que se desarrolla tu día.