El 19 de marzo de 2020 ingresé en el hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes en Madrid con una neumonía provocada por el virus Covid-19. Es probable que nos contagiásemos en el viaje que realizamos la semana anterior al desierto del Sahara para repartir las cajitas con regalos, material higiénico y escolar de Operación Niño de la Navidad entre los niños refugiados. Estuve ingresado siete días, un tiempo relativamente corto comparado con muchos otros pacientes con el mismo cuadro. No obstante, tuve tiempo para reflexionar, orar y aprender varias lecciones.
1. Aceptar que Dios es bueno aunque permita que sus hijos sufran calamidades
En la teoría esta enseñanza no es nueva. La vemos en la Biblia y aquellos que ya llevamos años en el camino del Señor. Hemos conocido a creyentes santos, gente maravillosa, que ha sufrido enfermedades horribles y agonías interminables. Pero es diferente cuando te toca a ti estar en la cama del hospital, aislado, con la mascarilla de oxigeno, débil, con fiebre y un agotamiento extraño que apenas te permite moverte. Inevitablemente se te pasan por la cabeza mil dudas y preguntas que debes responder. Como decía Lutero “no podemos evitar que las aves vueles sobre nuestras cabezas, pero sí que hagan nido”. En esa batalla la lectura de varios Salmos fue sanadora, pues me afirmaron en la verdad de un Dios todopoderoso que es nuestro refugio y fortaleza, nuestro auxilio en las tribulaciones (Salmo 46). Un Dios bueno que gobierna los tiempos y cuya soberanía se expresa desde el amor y la misericordia manifestados en Jesús.
2.- Afrontar la cercanía de la muerte desde la certeza del propósito de Dios para mí vida
Dejé de ver los telediarios durante los días que estaba hospitalizado. Ver crecer el número de fallecidos realmente me creaba ansiedad y temor, sobre todo los primeros días en que estaba muy débil y respiraba con gran dificultad. La muerte rondaba los pasillos de aquel hospital y yo era consciente de que podría venir a por mí también, dado que tenía factores de riesgo graves como son hipertensión y afecciones cardiacas. De modo que tuve que prepararme para ese posible momento. Clamé a Dios pidiendo que protegiera mi vida y la de mi familia pues mi esposa también estaba contagiada, además mi hermano mayor, su esposa y mi madre estaban ingresados en otro hospital. Las horas se hacen muy largas cuando estás ingresado y aislado de modo que había mucho tiempo para orar y así lo hice. Hablé con Dios. Le dije “Señor, si tu propósito para mi vida ha llegado a su fin, dame fuerzas para afrontar mi partida, pero si todavía tienes algo para mi, aquí estoy, haz tu voluntad en mi”. Lo dije con lágrimas en los ojos y con temor. No soy un santo ni tan maduro como me gustaría, pero esas fueron mis palabras cada vez que la idea de la muerte rondaba mi mente. Curiosamente una frase de Jesús me confortaba en esos momentos “Aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:29).
3.- El poder de la alabanza para calmar la ansiedad
La música siempre me ha gustado y emocionado. Algunos recordarán que de joven grabé un cassette. Ahora suena a chiste, pero en aquella época fue todo un hito. Dirigí el coro de mi iglesia durante varios años y también el grupo de alabanza durante el culto. Alabar a Dios siempre ha sido algo muy terapéutico para mi, pues me permite hacer una especie de catarsis ante Dios que me conecta con El y genera, a veces gozo y alegría, otras contrición y arrepentimiento, pero siempre el resultado es paz interior. De modo que ya conocía el poder de la alabanza y la gratitud a Dios, pero nunca lo había experimentado a un nivel tan intenso. En cuanto comenzaba a escuchar una canción de alabanza en YouTube, las lágrimas comenzaban a regar mis mejillas y un gozo que sobrepasa todo entendimiento llenaba mi corazón. De modo que acudí a esa fuente con frecuencia y disfruté de esos “ríos de agua viva” a menudo, pues realmente calmaban mi ansiedad y sentía muy cerca la presencia de Dios a mi lado. Cada palabra que escuchaba producía un eco en mi interior que afirmaba las grandes verdades y promesas de Dios, que son, sin lugar a dudas, “el ancla del alma” (Hebreos 6:19).
4.- El amparo de la oración del pueblo de Dios
A penas miraba mi teléfono móvil los primeros días ingresado, de modo que no era consciente del movimiento de oración que había explotado a mi favor. Tampoco pude responder a cientos de amigos que me mandaron mensajes de ánimo por Whastapp. Cuando empecé a encontrarme mejor, me di cuenta que se había generado una especie de tsunami de oración por todo el mundo clamando a Dios por mi salud y la de Jane, mi esposa. Me sorprendió y me bendijo mucho tanto cariño. Hermanos con los que no había hablado por años me mandaron mensajes, otros me llamaron para decirme que estaban orando por mi o sólo para expresarme su alegría cuando me dieron el alta en el hospital. Incluso amigos de la infancia, que apenas recordaba sus nombres, me expresaron su afecto. Fue una bendición sentirme tan arropado y cubierto por las oraciones de miles de hermanos, que aún hoy siguen escribiéndome e interesándose por mí. Esas oraciones me animaron mucho, me fortalecieron y estoy seguro que son una de las causas de mi pronta recuperación. Una vez más quiero agradecer a Dios por ese amparo de oración.
5.- El gran regalo de Dios que son las cosas sencillas de la vida
Nadie hubiera imaginado cuando comenzó el año que nuestro mundo se pararía por completo. Teatros, cines, centros comerciales, bares, hoteles, etc. todo cerrado y todos encerrados en nuestras casas. Estar aislado en una habitación del hospital te hace añorar con fuerza cosas tan sencillas como un beso o un abrazo, jugar con los nietos o simplemente pasear. Anhelas que te den el alta para volver a la normalidad y disfrutar de esas cosas sencillas, pero desgraciadamente el confinamiento nos las ha robado varias semanas y muy probablemente el distanciamiento social impida que volvamos a disfrutar de ellas por mucho tiempo. Ya llevo varias semanas en casa y os aseguro que se ha renovado en mi la gratitud a Dios por cada uno de esos regalos. Me preocupa que pase el tiempo y llegar a acostumbrarme a ellos, darlos por sentado, olvidarme de expresar mi gratitud a Dios por el sol cada mañana, un café caliente y el abrazo de mi esposa, porque como dice la Biblia “Todo lo bueno y perfecto que se nos da, procede de arriba, del Padre de las luces”. (Santiago 1:17)
José Pablo Sánchez
Director de Decisión
Son muy alentadoras sus palabras pastor, mr alegro mucho que Ud. Y su esposa estén ya sanos, y sí, yo creo que Dios tiene muchas cosas que realizar a través suya, que Dios bendiga su vida, familia y ministerio en gran manera.
Una alegría poder leer aquello que aprendiste, estos momentos son los que mas nos hacen crecer en El y pensar en los que están privados de libertad, de salud, de compañía, etc., un abrazo y que sigáis mejorando, recuerda lo que decía tu suegro,” ojos arriba”
Gracias a Dios por permitirnos continuar en sus propósitos, por las pruebas que no son fáciles, que no nos gustan, pero a su vez nos acercan más a EL Señor, nos hace recordar lo frágiles y vulnerables que somos. Nos hace ver cuán grande es su amor, su misericordia y protección.
Damos gracias a Dios por la vida de José Pablo, por Jane y sus familiares.
A su vez estamos agradecidos con EL Señor por la sanidad de las personas que han padecido este virus y cualquier otra circunstancia que EL Señor les halla permitido vivir.
Que El Señor siga transformando nuestras vidas, estas vasijas de barro que en sus manos son de gran valor y que podamos ser llenos de su Santo Espíritu para estar siempre a su servicio como buenos obreros que somos. Un abrazo. Bendiciones.
Hoy yo no quiero hablar de información recibida. Si no experiencias
vividas y experimentadas en mis Carnes.
“”MI DIOS ES AMOR”.
DIOS NOS SIGUE BENDICIENDO AMIGO.
NOSOTROS PASAMOS POR LA MISMA SITUACION ROCIO MI HIJA Mayor Y YO
Amén … Dios es un Padre misericordioso q nos ama y desea lo mejor xa nosotros.
Ha sido una gran alegría el saber de la recuperación del querido hermano José Pablo, de su esposa y también de Angelita su madre, quien hace años estuvo en mí casa junto a su esposo Roque.
Sabemos que el Señor permite pruebas, pero Él mismo nos sostiene con la diestra de su mano.
En momentos así vemos el amor de personas que ni conocemos personalmente, pero que aman nuestro servicio al Señor, como ha sido el caso de José Pablo.
Mi abrazo fraternal y también el de mí Iglesia.
Pastora de Binéfar, BLANDINA RONSANO
Es maravilloso lo q.Dios hace atraves de este tiempo, algunos como.tu recibieron el.milagro de seguir vivos aferrandose a creer, no dejes de contar lo q Dios hizo
Buenos días somos Juan Antonio Márquez y Amparo Cerveró.
Damos muchas gracias al Señor por Su fidelidad y cuidado con sus hijos y en especial este último tiempo contigo y tu familia.
Es de gran ánimo cuando escuchamos o leemos lo que el Señor hace, Él es maravillosos en sus contestaciones sea cual sea, pues en Él estamos seguros. En tiempos difíciles Él nos habla, en el Sal. 40:10 dice: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” y como tu dices muchas son las cosas que el Señor hace para que podamos dar gloria a Su nombre.
Nos alegramos de corazón que el Señor quiera seguir usándote para Su gloria. Un abrazo